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domingo, 8 de diciembre de 2013

CUANDO DIOS GUARDA SILENCIO








Uno de los problemas más inquietantes como hijos de Dios es de nuestras oraciones que Dios no contesta como deseamos o esperamos. A nuestro modo de ver, su única respuesta es el silencio. Entonces nuestra fe se ve asaltada por la duda y el desaliento, pero en todos los casos se puede tener la certidumbre de que el silencio y la aparente pasividad de Dios no durarán indefinidamente, El puede permitir que las pruebas de diverso tipo nos aflijan, pero no más de lo que podamos soportar, así lo dice su palabra en 1a. de Corintios 10:13. En el momento oportuno Dios intervendrá para convertir la turbación en paz, el dolor en gozo, la duda en plena certidumbre de fe.
Como cristianos instruidos por lo que Dios nos ha revelado a través de su Palabra, conocemos esa verdad y sabemos que nuestro presente y nuestro futuro está en las manos del Padre Eterno, pero debemos de aceptar que el soberano Señor, a pesar de sus silencios y su inmovilidad aparentes, cumplirá sus propósitos, siempre sabios y llenos de bondad.
Poco a poco la gracia de Dios va trabajando en nosotros y de esa manera en el fondo de nosotros mismos crece y se va fortaleciendo una percepción interior de la que el corazón está seguro y que, gracias a la fe, se convierte en certeza, aunque no lo veamos, aunque no lo sintamos, Él está aquí, conmigo y contigo, y nos ama. Por eso el silencio de Dios es terriblemente doloroso, recordemos cuando nuestro Señor Jesucristo también lo padeció en la cruz del calvario, se sintió abandonado por el Padre. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” lo afirma en Mc 15, 34, porque cuando Dios calla es tiempo de más oración, de súplica humilde y confiada. Y si el silencio viene de Dios puedo tener la certeza de que no puede ser más que un gesto de amor, algo que Él me ofrece para mi bien. En Dios el silencio no puede significar rechazo o desinterés. El silencio de Dios no es ausencia, es otra forma de estar presente, un lenguaje diferente. Lo que pasa es que somos impacientes y queremos respuestas inmediatas y siempre a nuestro estilo.
Tomemos la decisión aunque difícil de alegrarnos hoy, sea cual sea nuestra circunstancia presente, aceptando anticipadamente lo que Dios determine para nuestra vida, por qué no alabarle gozosos con la visión de la fe, creyendo que estamos pronto a recibir su respuesta.
Recordemos lo dicho a Habacuc 2:3:
"Aunque la visión tarde en cumplirse, se cumplirá en su tiempo; no faltará. Aunque tarde, espérala, porque sin duda y sin retraso vendrá."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Olá Noemi.. vim retribuir sua visitinha ao meu blog, e gostaria de falar que o seu é uam benção. A linguagem é um pouco difícil de entender, mas consgeui tarduzir. rsrs. Deus a abençoe sempre mais querida, e que o Espírito Santo continue lhe usando para ganhar almas para o Senhor Jesus. Bjos, na fé (: